-No… puedo… creerlo!- chillé. Era tan bello. Candelabros y hermosas lámparas colgaban del techo de esa enorme recepción.
Había mucho movimiento, tal vez demasiado. Los recepcionistas estaban alborotados de gente, cientos de personas ibas y venían con sus pertenencias.
- Lo sé, lo sé.- dijo ella con un aire de suficiencia.- ¿Subimos?- añadió.
- ¡Claro que sí! No puedo esperar.-
Estaba realmente asombrada. Todo era tan perfecto, deslumbrante. Lizz se topó con unos cuantos conocidos, que me saludaron amablemente y me dieron la bienvenida al país.
Al llegar al apartamento, ella recordó que había olvidado algo en la recepción. Me prometió que tardaría unos pocos minutos, y luego se fue. Me pregunté que habría olvidado.
Admiré la entrada del apartamento, y luego me dispuse a inspeccionarlo. Entré, y no pude contener un grito de admiración. En pocas palabras, era el mayor apartamento que había visto en mi vida. Avancé hacia la sala de estar y noté que nuestras maletas estaban allí.
Noté un aroma extraño en la habitación. Que va, no era extraño. Simplemente no estaba acostumbrada a él. Era colonia… colonia de hombre. ¿Por qué Lizz usaba como aromatizante una colonia tan cara como la de Hugo Boss?
Ensimismada en mis pensamientos, caminé inconscientemente hacia la cocina, siguiendo el aroma. Salí del trance cuando escuché unos pasos que se acercaban. Antes de que lograra darme la vuelta, alguien me había tomado de los hombros y me había besado la mejilla de forma fraternal. El hermano de Lizz. Pero, ¿no se suponía que llegaría dos días mas tarde?
- ¿Acaso no estas sorprendida de verme? Me han dejado volver antes.- rió. Lentamente, me solté de su abraso y di la vuelta. Todo atisbo de alegría huyó del rostro del muchacho.- Tu no eres Lisa.
- Lo sé. Lo siento.- me disculpé.-La conocí en el avión. Me vio desamparada y se ofreció a hacerme un hueco en su apartamento. No me había contado que su hermano vivía aquí también.- añadí, sonriendo.
- Bueno señorita, mi nombre es Robert.- dijo, y me devolvió la sonrisa.- Tu debes ser…
- Josephine. Josephine Black.- le tendí la mano.
Él la tomó, y luego tiro de mí para darme un abrazo.
- De ahora en más, tendrás que acostumbrarte a esto.- dijo soltándome y riendo.- Seremos compañeros de apartamento.
- Claro, es verdad.- dije mirándolo.
No lo había observado fijamente antes. Era guapísimo. Sus ojos verde-azules eran líquidos como el caramelo, mientras que su sonrisa derretía como el calor derrite a la mantequilla. Su cabello era desigual y alborotado, de un rubio rojizo que resplandecía gracias a la luz que entraba por la ventana. Inconscientemente, bajé la mirada para admirar los tonificados músculos que sobresalían gracias a la ajustada camiseta que llevaba puesta.
Mm…- me miró de arriba abajo. Eso me hizo sentirme incómoda, pero yo había hecho lo mismo con él. Una sonrisa fugaz atravesó su rostro.- Supongo que Lizz esta “en la recepción”- añadió, haciendo comillas con sus dedos.
- Ella dijo eso.- admití, algo confundida.
- Lamento desilusionarte, pero ella fue a visitar a su novio.- dijo riéndose.- Vive un piso más abajo. Pronto se mudarán juntos.
Me quedé helada. Disimulé, y le pregunté con curiosidad:
- ¿Enserio?
- Eso presiento. Las cosas van bastante bien entre ellos. Es mi mejor amigo.- me dijo.
Oh. Entonces yo quedaría sola con este chico tan apuesto en el apartamento.
- Entonces, ¿porqué dijo la recepción?- reí.
- Ella utiliza esa excusa cuando va a… bueno…- dijo sintiéndose algo incómodo.
- Oh.- luego solté una carcajada demasiado estruendosa para mi gusto.
- Lo hecha mucho de menos.- se explicó. Algo en su mirada hizo que se me helara el corazón.
Le miré a los ojos de nuevo. Brillaban, como si estuviera pidiéndome algo. Deliberadamente, me tomó de la cintura y me estrechó contra él. Aspiré su perfume suavemente, imprimiéndolo en mi memoria para no olvidarlo. Cuando me soltó, tenía los ojos brillantes de excitación y las mejillas me ardían.
Tuve que respirar varias veces para calmarme, y luego me deje caer en uno de los sofás que había allí. Era lo más cercano que había estado de un hombre en dos años.
- ¿De que va esto?- le pregunté.
- Emm… en realidad no lo sé.- admitió, confundido. Sus mejillas se tornaron de un rojo brillante.- Quiero decir, nunca había abrazado a nadie que no fuera mi hermana desde que mi novia murió.
- Lo lamento.- hizo un gesto para quitarle importancia.- De veras. ¿Cuando sucedió esto?
- Dos años atrás.- balbuceó. Sentí como el color huía de mi rostro.- Ella trabajaba en Nueva York, en un restaurante. Ella estaba cerrando su jornada, cuando unos ladrones entraron y mataron a todos solamente por diversión.
No lograba responderle. ¿El había sido novio de Melanie? Ella era la única chica, aparte de mí, que trabajaba allí.
Se oyó el ruido de la puerta de entrada. Robert rió y se dirigió a la sala de estar.
- Srita Pattinson, ¿son estas horas de llegar?- dijo burlándose de su
hermana.